lunes, 10 de octubre de 2016

Luz y acordes en un tú.

Salamanca y yo te echamos de menos.
En las calles antes carentes de sentido han crecido muchas flores sin ningún control desde que te conocí. 
Jugábamos a futbolines en bares alternativos mientras yo estaba loca por ti para volverte loco a ti.
El tiempo era insignificante porque me diste todos los besos posibles y la razón de llamarte corazón.
Llenaste de acordes y punteos el ambiente, al igual que llenaste todos mis rincones. 
Con tres notas ya eras capaz de transmitirme un te quiero y qué bonito era decir el nombre felicidad a tu lado.
Cerrábamos los bares diciendo pegos y parches para llegar a aquel rincón de la calle arco donde quemábamos la cama pa' no dormir.
Nuestro corazón, lleno de música de diez CD's sin título, latía jadeando hasta que la luz de Lorenzo entraba por tu ventana.
Pisábamos a fondo el acelerador del Laguna cogiendo las rotondas del revés, sin nada en los bolsillos y el parabrisas lleno de estrellas.
Me echabas de menos cuando no había pan con tomate y jamón pa' comer, al igual que si no estaba sentadita en la maceta de las once.
Te aferraba la mano, apoyada en tu pecho, sintiendo tu olor y tu barba en mi pelo, para que dieras sol a los malos sueños.
Las casas y edificios pintaron sus paredes de blanco y tú agarrabas el viento para que fuera más lento sólo por mí.
Prometimos dar la vuelta al mundo buscando el sol pero decidiste irte solo al frío sin colgar de esta palmera.
Tú sólo quieres quererme cuando tú quieras, por lo que ya no habrá más palmas a ritmo de alegría, ni sentiremos juntos el aire de la calle.
No te reconozco y no lo entiendo porque hasta hace nada seguíamos desafiando a la luna llena y a la arena de la playa.
El mundo ahora es una tontería porque me has dejado escapar y nunca te darás cuenta de lo que vale todo esto.
Tus mentiras y engaños alimentaron mi ilusión, dándote lo poco que le quedaba a esta alma rota que sólo puede ya ofrecer las sobras de tus chirigotas.
Hoy te escribo estas líneas desde lo más profundo de mi pensamiento y corazón, lleno ahora de lágrimas negras y desilusión.
Porque te has llevado la parte de libertad que te regalé cuando te empecé a querer y todavía la tienes guardadita en uno de tus pañuelos de tela.
Tu niña de la palmera quiere seguir moviendo las aguas de tu borrachera aún siendo alérgica a la canela de tu cocina.
De no ser por tu egoísmo y cobardía te pediría que volvieras, por lo que sólo te pido un sol que me ayude a despertar sin ti.
Salamanca y yo te echaremos de menos.